jueves, 1 de enero de 2009

Piedras...☻☻☻...☺☺☺...

Tengo la sensación de estar sobreviviendo en vez de vivir, que la vida me roza sin apenas llenarme, que los momentos me acarician los hombros y que al girarme tan sólo encuentro vacío. Tengo la impresión de ser fruto de una broma, quizá un engaño o un desliz, algo que debe ser tapado, escondido, repudiado, mirado de reojo.
Una sensación extraña
de salir en una película mala, primer plano en la pantalla, de cuerpo entero y desnuda, donde yo soy consciente del patio de butacas; soy consciente de que todo el mundo me observa riéndose sin saber que puedo verlos. Una película, una tragicomedia absurda de bajo presupuesto, donde yo soy todos los personajes y de ninguno me sé el guión: soy el bueno y el malo, el gordo y el flaco, el Quijote y su Dulcinea, a veces Sancho otras Rocinante; en escenas soy un pozo tenebroso y húmedo, en otras soy mar unas veces calmado, otras en tempestad; madre e hija, y también hijo, en ocasiones rebeldes, en otras obedientes; soy personajes cómicos irónicos y de imposible realidad pero a veces soy la realidad misma, así como es ella dura, punzante e irreversible; verdad y mentira, deseo y repudio, café y leche, sopa de pollo y cerezas, agrio y dulce, agua y arena, sol y nubes, un suspiro, un grito... china, africana, neandertal... Animal, roca, sentimiento... Locura... Interminable... Permanencia... Una película sin final...
Mis pies están clavados al suelo, inmóviles. No puedo moverme, no puedo pensar, aturdida por la supervivencia, atrapada en un agujero
sucio y putrefacto. No veo la luz, ni del sol ni de la luna, aunque no siempre es de día, ni tampoco de noche. Y me canso de esta sensación porque me inquieta. Tengo la sensación de ser siempre principio, de un todo que es nada y que va a la deriva perdiéndose entre estas sensaciones, llagándome, extirpándome, devorándome.
Sobrevivo sin recordar dónde he estado, qué he hecho, si he tomado algún medicamento, si he conocido a alguien, si me enamoré, si odié, si dormí, si sólo lo he soñado o si fue verdad. Y esta manera de no recordar me lleva por el camino de la experiencia aún por aprender, sin libros ni maestros, sin más detalle que un paso, y otro, pero inmóvil, en mi agujero sucio y putrefacto, sin poder respirar, sin saber del tiempo, ni de la pasión, ni del mañana.
No sé dónde estoy, no tengo voz ni ganas. No tengo pasado, inerte sencillez del paso de los días... sencillez estrambótica, excéntrica, inconfesable, simple... arrolladora... mareante.
Tengo el cuerpo
anestesiado, no siento nada, temo que mis poros se hayan cerrado impidiendo la expulsión de fluidos al exterior, no puedo sudar...
¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué fuerza extraña me trajo aquí y me borró la memoria, los proyectos... el saber hacer y estar? ¿En qué momento me convertí en piedra?

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